Actúa como escudo protector del ojo, protegiéndolo del polvo, de los gérmenes y de otros factores de riesgo. La córnea comparte esta función protectora con el párpado, la órbita ocular, las lágrimas y la esclerótica (la parte blanca del ojo). Controla el enfoque y la entrada de luz al ojo. Cuando la luz entra al ojo, ésta es refractada, o inclinada, por la forma externa de la córnea. Si la córnea se daña por enfermedades, infecciones, o lesiones, las cicatrices o decoloraciones resultantes pueden interferir con la visión bloqueando o distorsionando la luz cuando entra al ojo.

 

Cualquiera puede haber notado estos síntomas:
  1. Visión borrosa o disminuida.
  2. Dolor leve o picazón.
  3. Sensación de cuerpo extraño.
  4. Fotosensibilidad.
  5. Enrojecimiento del ojo.
  6. Aumento del lagrimeo.
  7. Espasmos oculares.

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