Actúa como escudo protector del ojo, protegiéndolo del polvo, de los gérmenes y de otros factores de riesgo. La córnea comparte esta función protectora con el párpado, la órbita ocular, las lágrimas y la esclerótica (la parte blanca del ojo). Controla el enfoque y la entrada de luz al ojo. Cuando la luz entra al ojo, ésta es refractada, o inclinada, por la forma externa de la córnea. Si la córnea se daña por enfermedades, infecciones, o lesiones, las cicatrices o decoloraciones resultantes pueden interferir con la visión bloqueando o distorsionando la luz cuando entra al ojo.
Cualquiera puede haber notado estos síntomas:
- Visión borrosa o disminuida.
- Dolor leve o picazón.
- Sensación de cuerpo extraño.
- Fotosensibilidad.
- Enrojecimiento del ojo.
- Aumento del lagrimeo.
- Espasmos oculares.

